
La Poza Central.
Robert descansa después de un buen baño y toma el sol.
Una introducción general
El Hayedo del Balcez está ubicado en la cara este de la Peña Blanca o Santa Marina y cubre casi toda esta ladera – desde la orilla del Rio Isuala hasta unos pocos metros debajo de la cima. En él predominan los quejigos y las hayas pero se encuentran también carrascas y algunos arces. En la vertiente este del cañón, frente a Santa Marina, sigue extendiéndose este bosque, viejo y bello. Allí se ha agarrado incluso algún tejo entre los saltos rocosos como se puede observar, si se avanza con atención por las sendas que discurren por este mundo olvidado.
El Río Isuala forma bonitas badinas en un entorno selvático y aislado. Si el caudal es normal, el río no propone muchas dificultades parar desplazarse por él. Sólo dos badinas obligan a nadar.
A pesar de que es una de las zonas más bellas de todo el parque, ni el bosque, ni el cañón están explotados turisticamente y por eso tampoco hay una infraestructura en referencia a senderos limpios y señalizados. Para el excursionista resulta muy difícil averiguar por donde discurren las antiguas sendas, seguirlas y saber a donde llevan, ya que es además una zona muy amplia, de desnivel considerable y con algunos cortes abruptos.
Igualmente de escasamente explotada se encuentra la representación de esta zona en el mundo literal. No hay informaciones detalladas en las guías de la Sierra de Guara, ni en Internet. El único libro que da pistas para explorar el Hayedo es – como tantas otras veces – la maravillosa guía «La montaña olvidada» de Arturo González. Pero como no se halla ningún pueblo abandonado en el cañón y tampoco aporta el Hayedo del Balcez factibles accesos a los despoblados tratados, sólo lo menciona más bien de paso.

El Cañón del Balcez.
Una muestra de lo que nos espera.
Durante los últimos años Robert y yo hemos encontrado una tímida red de senderos que se ofrece para diseñar dos rutas circulares, largas y bonitas.
Estas rutas gemelas las distingo por los calificativos Invierno y Verano, aunque debo hacer constar que se pueden realizar también en otras épocas del año. Dichos características representan más bien el alma de la excursión:
Invierno – el contacto con el agua es mínimo (cruzar el río por dos vados)
Verano – una excursión acuática (avanzar por el lecho del río, incluso a nado)

Mapa Editorial Alpina.
Croquis sobre el recorte.
Como mencionado en un parágrafo anterior, las sendas son realmente difíciles de seguir, en muchos tramos están invadidas por la maleza y en algunas zonas están borradas por la constante erosión sin rastro ninguno. En general no hay balizas o señales, y el excursionista se enfrentará a algún destrepe que requiere cierta habilidad montañés.
El siguiente listado sirve para ver rápidamente las características de las tres sendas principales de las dos rutas presentadas, ya que son estas las que proporcionan las dificultades serias:
Senda por el Hayedo:
Inicio: Muy vestido de Erizón y difícil de averiguar
Señalización: Ninguna
Final: No hay, se pierde totalmente en el bosque
Estado general: Muy perdido y casi siempre molesta la vegetación
Pasos delicados: ningunos
Descripción breve: Se adentra en el corazón del Hayedo
Senda de los Cazadores I*:
Inicio: Marcado con un pequeño hito
Señalización: Algún hito de vez en cuando
Final: Marcado con un hito en la poza central, obvio
Estado general: En buen estado (2016)
Pasos delicados: Un paso de II, relativamente expuesto
Descripción breve: Baja desde la Peña Surta al fondo del cañón
Senda de los Cazadores II*:
Inicio: Unos carteles de metal ayudan en encontrarlo, después de los primeros metros coge más presencia
Señalización: Ninguna
Final: Muy dispersa, difícil de averiguar
Estado general: En buen estado hasta el mirador, después de menor entidad y muy oculta, aunque recién limpiada ¡! (2016)
Pasos delicados: Un paso de II+, considerablemente expuesto
Descripción breve: Desciende desde las cercanías de Sarsa de Surta hasta el fondo del cañón
*Por falta de información he puesto estos nombres triviales.
En el mapa arriba figuran las dos rutas presentadas. También muestra partes de otras sendas relevantes que discurren por la zona, ya que coinciden con nuestras rutas. Estudiando el croquis se puede ver que hay tres aparcamientos marcados. Existe una buena alternativa a los dos aparcamientos propuestas. Más detalles sobre esta alternativa cerca del Molino de Las Bellostas se encuentran por ejemplo en la entrada «Las Cuevas de Bagüeste«.
Finalmente recomiendo que un lector que tenga menos experiencia haga combinaciones de partes de las rutas para que la excursión sea más corta, fácil o que tenga menos desnivel – especialmente en el primer contacto con el Hayedo del Balcez.
Las Hayas y los Caxicos del Balcez – Verano
La ruta de hoy destaca en primer lugar con las pozas del Cañón del Balcez superior, como los barranquistas han bautizado este tramo del Río Isuala. Nos llevará por una senda, poco frecuentada pero espectacular, hasta el fondo del cañón. Esta bajada es la parte más difícil de la excursión donde tenemos que prestar mucha atención. Luego remontamos por el mismo lecho del río para volver finalmente por el GR1 al pueblo donde está el coche. Aunque es una marcha larga, debemos disfrutar al tope de las pozas, el bosque y los rincones más pintorescos de esta parte del Cañón del Balcez.
También encontraremos algunos testigos de la desvanecida presencia humana en el cañón. Antaño la gente aprovechaba obviamente la energía del agua y talaba arboles, ya que hay en abundancia. Así que, veremos restos de unas presas con su procedentes acequias, campos abandonados en la orilla, ruinas de edificaciones y algunas derruidas trazadas que cruzan el lecho del río.
Nota personal:
Estas ultimas interpreto como vados por donde transportaron los troncos talados desde el Hayedo a la otra vertiente del cañón y finalmente al pueblo más cercano: Sarsa de Surta.
He leído que subían la madera con sistemas de poleas hasta la cresta. Hoy en día estos vados están en lugares totalmente perdidos y aislados, sin ninguna prolongación en forma de tiradera o trocha.
Pero me da pie a pensar que el origen de muchas de las sendas que aprovechamos en la ruta de hoy, procede de estos trabajos que hicieron los leñadores en su día. Supongo que sólo queda una mínima parte de una amplia red de caminos que se integraba en el bosque.
Queda la parte que siguen usando los cazadores.
Preparamos una mochila acuática, el bidón con el almuerzo y no nos olvidemos de la correa para explorar este paraíso olvidado.

Tiempo:
Desde Las Bellostas al inicio del descenso al cañón: 1h30.
Bajada por la Senda de los Cazadores II: 1h.
Remontar el Río Isuala: irrelevante, 4h.
Volver al pueblo por el GR 1: 30min.
_______________
Total: 7h, jornada completa.
Aparcamiento:
En Las Bellostas a lado de la iglesia.
Acceso:
La excursión empieza allí en dirección a Peña Surta.

Un hito cerca de la Peña Surta.
Al fondo se divisa el Vignemale.
Este primer tramo es obvio y bien marcado. Pasamos un primer cruce sin cambiar de dirección. Más adelante ignoramos el desvío a la Peña Surta y seguimos de nuevo recto. La senda discurre ahora plenamente por la crestería. A mano derecha vemos la honda cicatriz que ha formado el Río Isuala, nuestro objetivo y el camino de retorno – el Cañón del Balcez. Se divisa también con claridad Santa Marina y el Hayedo en el otro lado del cañón. La Peña Surta hemos dejado ya detrás, asi que se abren tambien las vistas hacia el este. Allí, a nuestra izquierda, está un pequeño pueblo en el fondo del valle: Sarsa de Surta.
Delante de nosotros se eleva una pequeña cima en la cresta. La senda la rodea por la izquierda, sin ganar ni perder mucha altura. En el otro lado de dicha pequeña cima la senda se acerca de nuevo a la cresta. En este punto veremos un cartel de metal. Este es el sitio donde nace la Senda de los Cazadores II y done la excursión se convierte en una verdadera aventura.
En el cartel debemos dejar el camino que sigue discurriendo hacia el sur y subir a la misma crestería. En estos 10m de subida hay otros dos carteles del mismo tipo. Llegamos a la cresta en un pedregal en el que la Senda de los Cazadores II arranca en el extremo izquierdo. Se adentra en el cañón dibujando amplias lazadas superando de este modo los resaltes rocosos. Los primeros metros están relativamente tapados por el Erizón, aunque todavía se puede divisar el trazado. Según avanzamos coge más cuerpo y resultará fácil y obvio. El trayecto es sencillamente espectacular y culmina – en referencia a la espectacularidad – en un mirador natural.
El Mirador del Vignemale

El Mirador del Vignemale.
He tenido que bautizar de nuevo un lugar por mi propia sugestión, por falta de información. Así que he derivado el nombre de la estupenda panorámica que ofrece este lugar. Parece que el Cañón del Balcez nace en el mismo Vignemale, que se ve al fondo tan aislado como de ningún otro lugar cercano. Son verdaderamente maravillosas vistas.
Nos encontramos en una peña, herbosa y expuesta, en medio de la vertiente este del cañón. Debajo vemos al río y parece que se extiende sin fin por los dos extremos. Unos cuantos caxicos centenarios adoran el mirador y lo convierten en un rincón de una belleza excepcional.

Robert olfateando en el Mirador del Vignemale.
Después de un pequeño descanso en el cual debemos absorber las vistas hay que concentrarse de nuevo en el trayecto, ya que las dificultades empiezan a partir de aquí. Antes de proseguir debemos averiguar por donde sigue nuestro camino, ya que hay varias sendas (aunque de poca entidad) que parten de la peña.
A mano derecha, a poca distancia vemos un promontorio parecido. Entre este y nuestro mirador hay una canal por la cual baja la senda hasta el río.

La Senda de los Cazadores II.
El paso de II+.
Nuestra senda parte hacia la derecha y continua desciendo muy cerca del borde del acantilado. ¡Mucho cuidado a partir de aquí! Pasamos de caxico en caxico – todos magníficos – hasta topar con la canal que hemos observado. En este punto gira la senda 180º a la izquierda y empieza a discurrir por una cornisa que supera en diagonal la pared vertical que hemos bordeado los últimos metros desde el mirador. Es un paso de II+ considerablemente expuesto. Hay que avanzar con mucho cuidado, ya que el suelo y la roca suelen estar húmedos y/o cubiertos de hojas.
Después de este paso la senda gira de nuevo a la derecha y cruza una pedrera en el fondo de la canal. Después de esta se introduce en un denso bosque de boj que se extiende hasta el cauce y alberga la senda hasta su final.
Las dificultades siguen. En dicho bosque la traza de la senda es casi invisible y resulta muy difícil de averiguar. Las mejores balizas para orientarse son las ramas cortadas de los arbusto que podaron cuando estuvieron limpiando la senda.

La Senda de los Cazadores II.
Las ramas cortadas nos dan una idea por donde discurre la senda.
La senda no abandonará la canal, ni el bosque de boj hasta la inmediación del río.
Durante esta larga bajada tendremos que superar otra pequeña trepada y bajar por algunos tramos muy empinados donde los troncos gruesos del boj nos sirven de agarraderos y facilitan el avance.
Siempre debemos estar muy atentos en no perder de vista las pocas marcas que pueden indicar la trazada: Como mencionado antes las ramas cortadas o también los rastros de las muchas manos que se agarraban en los troncos de boj para asegurar el paso en los tramos pendientes.
Cuando se escucha ya el agua y el terreno es más suave, la senda gira a la derecha y sale de la hondura de la canal para llegar al cauce río arriba de una profunda poza.

La Senda de los Cazadores II.
Uno de los caxicos cerca del Mirador del Vignemale.
El lugar donde llegamos al cauce no es especialmente bonito. Es mejor que no nos detengamos y que empecemos a remontar el río. En apenas media hora llegamos a una gran poza, idílica y fabulosa, donde merece la pena quedarse un rato y disfrutar de las aguas del Río Isuala.
Nota personal – los nombres inventados:
Estoy seguro que un lugar tan estupendo y geográficamente importante como esta badina, tenga su propio nombre. Pero – igual a los otros casos en esta entrada – no he podido averiguarlo.
Sin embargo, estos lugares – y sobre todo esta poza – tienen tanta importancia en la descripción de las dos rutas que me parece útil y justificado, bautizarlos con un nombre inventado.
La Poza Central

La Poza Central.
Un patchwork de colores en otoño.
Por el bloque característico en medio, la poza resulta muy fácil de identificar. Este escondido rincón parece ser parte de otro mundo lejano de la modernidad, ya que los viejos quejigos le convierten en un escenario épico.
La losa que forma la pequeña cascada sirve también de vado: en las dos orillas parten sendas. A mano derecha (remontando el río) marca un hito la llegada de la senda gemela de la que hemos descendido hace poco: La Senda de los Cazadores I. Enfrente vemos el inicio de otra (o la prolongación de la misma) tallada en la roca. Esta toma dirección sur sin ganar demasiado altura en los proximidades. Según un campesino de Las Bellostas lleva (o llevaba) a Rodellar. (Nunca lo he comprobado.) Estos dos caminos hacen un papel importante en la ruta «Las Hayas y los Caxicos del Balcez – Invierno«.

El Rio Isuela con muy poco caudal.
Pozas someras en un tramo derecho. La foto fue tomada en pleno verano.
Seguimos remontando por el lecho del río. Empieza un largo trayecto que deberíamos tomar con calma. Como avanzamos por el mismo lecho del río no hay perdida. Tampoco nos tenemos que enfrentar a ningún obstáculo durante las próximas 2 horas y sólo nos tenemos que meter en el agua si nos apetece, aunque en un día soleado nos apetecerá muchas veces…
Cuando llegamos a los dos breves estrangulamientos que nos obligan a nadar, tenemos que volver a prestar atención al entorno para orientarnos y encontrar más adelante con seguridad el GR 1 que es la mejor manera para volver al coche.
Los Estrangulamientos

El estrangulamiento antes del Vado.
Los dos estratos que oprimen el lecho del río están a poca distancia entre sí y forman el portal una zona menos encajonada denominada «El Vado». En esta zona hay de nuevo un cruce de caminos y por lo tanto es muy importante para la orientación en esta parte del Cañón del Balcez.
Los dos estrangulamientos tienen un aspecto muy parecido. Unas pequeñas cascadas vierten las aguas del Isuala a unas profundas marmitas. Estas pequeñas pozas son las que tenemos que superar a nado. Si hay mucho caudal serán estos dos resaltes los tramos que más problemas dan. Si el agua baja moderadamente, las marmitas se convierten en unos jacuzzis naturales que nos darán un relajante masaje en la espalda.
Seguimos y en breve llegamos al Vado.
El Vado

El Vado.
La pasarela y la chopera.
Este bonito rincón es fácil de identificar, ya que hay una pasarela que cruce el río. A mano izquierda (remontando el río) se encuentra una chopera muy visible, especialmente en otoño por el extraño color rosa que cogen las hojas. El camino que parte de la pasarela asciende a Bagüeste. En la orilla opuesta se encuentra un campo y una pista que sube a la Cabañera de Sevil, nuestro camino de acceso. Topa justo en el primer cruce que hemos pasado recto. Estos dos caminos reencontraremos en la ruta «Las Hayas y los Caxicos del Balcez – Invierno» y más detalles sobre el Vado se encuentran en la entrada «Las Cuevas de Bagüeste«.

El Río Isuela.
Robert toma un baño refrescante antes de abandonar el lecho del río y encontrarse con el calor de nuevo.
A partir de aquí discurren sendas visibles en las orillas del río. Es un buen momento dejar el lecho del río y volver a caminos firmes y señalizados. Recomiendo salir por la pasarela a mano izquierda (remontando el río). En el otro extremo de la chopera veremos un cartel que indica una fuente. Esta senda tiene continuidad y está balizada. En breve veremos una preciosa poza, grande y profunda, edificaciones en ruinas y la fuente indicada que forma charcos en el suelo. Después llegamos al vado de una pista. Se trata de la prolongación de la que viene desde el Vado. En nuestra vertiente asciende hasta Bagüeste. Nosotros cruzamos el río en este punto. La senda, ahora en la orilla opuesta, nos lleva por los campos y la caseta de Juan Bara, cruza de nuevo el río y finalmente nos situará en el cruce del GR 1 con el río. Hay un cartel. Merece la pena esperar en la orilla hasta que disminuye el calor del ambiente y el sol pierde su fuerza. Pero al fin y al cabo llega el momento para despedirse del río, cruzarle una última vez y empezar a acender hacia Las Bellostas. La subida no tiene perdida, ya que está muy bien marcado. Al principio el camino discurre por terreno erosionado, pero cerca del pueblo empieza a tener nobleza y reflejar antigüedad, ya que está mucho mejor conservado y cuidado.
En el pueblo debemos controlar al perro.
Retorno:
Volvemos por los calles del pueblo al coche.

Las Bellostas.
Bonitas vistas a los Tres Sorores por la tarde.
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