Secorún era el pueblo más importante de la Guagera. Contaba con su propio ayuntamiento y una escuela. Por los intereses de la industria maderera en los años setenta los habitantes fueron desalojados y las viviendas, salvo la iglesia, destruidas. Este triste hecho todavía sigue influyendo al visitante hoy en día, ya que encontrará las edificaciones mucho más destrozados que en cualquier otro despoblado de la zona, que fue abandonado a unas fechas similares. El ambiente que predomina en la visita de Secorún tiene más bien un sabor a tétrico y siniestro en vez de ser melancólico.
Además dicha industria sigue actuando sin piedad y sin respeto al patrimonio construyendo pistas que avasallan los lechos de los barrancos y los caminos antiguos para sacar la leña. En cada visita de la zona (la Guagera en general) durante los últimos años me quedé asombrado por la actividad de dicha industria y los efectos negativos que esta conlleva.
La ruta de hoy fue otra vez inspirado por el magnifico libro “El Camino de San Úrbez” de Óscar Ballarín y Arturo González, el cual es el único libro que conozco que proporciona informaciones para el excursionista sobre esta zona, la Guagera, y trata de unas maravillas como el «Caxico Arialla» o la «Sierra Guardia con el Barranco Ricau» o el «Campo Lorente«.
La excursión propuesta sigue los pasos de un antiguo PR que ya está borrado de los mapas. Conectaba entre otros los pueblos Aineto y Secorún. No se trata del camino antiguo entre estos dos pueblos, sino de una idílica senda que discurre por la ribera del bonito Barranco de la Arredola que suele mantener un mínimo de caudal durante todo el año. De este modo llegaremos al Camino de San Urbez que nos llevará por un extremo al Paso de San Urbez que destaca con el mencionado quejigo y por el otro extremo a Secorún. Desde este despoblado tomaremos el antiguo camino a Aineto para volver al coche.
Los caminos que recorremos están generalmente semi-borrados y parcialmente muy vestidos. Nos resultará difícil averiguar la trocha original en muchos tramos, sobre todo si no hay ningún lecho de río que nos guíe como en el retorno de Secorún o por el Castellar. Pero nos introducirán en este típico paisaje, salvaje y poco frecuentado, que conocemos ya de otras excursiones por la Guargera.
Preparamos la mochila con mucho agua, el almuerzo y la correa del perro para explorar las tierras de Secorún que hoy se presentan en forma de pinares de repoblación dentro de un mar de maleza.
Tiempo:
Del aparcamiento a la poza: 30min.
De la poza al cruzae con el Camino se San Úrbez: 30min.
Subida al Caxico Arialla: 15min.
Del Caxico Arialla a Secorún: 45min.
Explorando Secorún: irrelevante, 30min.
Explorando el Castellar y la ermita: irrelevante, 1h.
De la Ermita de Santiago al coche: 1h.
Opcional:
Por la loma de Arialla al Paso de San Úrbez: 1h
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Total: 4h30, jornada completa.
Aparcamiento:
En la carretera A-1604 por la Guagera en dirección Laguarta parte a mano derecha una pista entre el km. 20 y km. 21. Esta pista se acerca al río justo enfrente de la desembocadura del Barranco de la Arredola.
En un amplio ensanche podemos aparcar.
Cruzamos al Río Guarga donde nos parezca mejor y buscamos una senda que se forma en el bosque en la orilla derecha del barranco de la Arredola.
Por esta senda empezamos a remontar dicho barranco.
La senda cruza el lecho del río en dos vados. Si el caudal es normal, no tenemos que mojarnos los pies. En breve llegamos a un cruce de caminos que es poco visible. Desde nuestra izquierda bajar una senda desde Secorún (nuestro retorno) y por la derecha su prolongación sube a la pista que lleva a Aineto. Nosotros ignoramos estas sendas (si las hemos visto) y seguimos remontando el barranco. Ahora hay restos de sendas en las dos orillas, incluso podemos avanzar por el mismo lecho del río.
Pronto llegaremos a la confluencia del Barranco del Lenar (nuestra derecha) con el Barranco de la Arradola (izquierda). En este punto ya escuchamos, incluso divisamos el pequeño salto que forma la bonita poza de la Arredola – nuestro primer objetivo.
La Poza de la Arredola
Se trata de una profunda marmita de bajo de un pequeño salto. El conjunto es muy bello, ya que una parte de la poza se mete en una cueva – más pequeña, pero parecida a la Poza Chinchirigoy en el Río Sieste.
El Barranco de la Arredola sigue siendo bonito según avanzamos, pero la única poza profunda es la que tenemos delante. Así que debemos aprovechar los aguas cristalinos y tomar un baño, si el tiempo lo permite.
Muy interesante es también la cabecera del salto. Veremos que hay una fuente en la orilla izquierda debajo de un muro de apoyo a ras del agua.
Y dicho muro llama la atención aun más. Parece que era el fundamento de un antiguo puente, ya que está ubicado justo en el borde de un breve estrecho. Como la erosión ha dejado ya tantas cicatrices y la vegetación ha invadido el terreno, no se ve ningún camino que se acerque por la orilla izquierda al supuesto puente. Pero tampoco hay rastro de campos, para deducir que el murete formaba parte de una terraza de cultivos. Sabiendo que en la loma al sur del barranco estaba ubicado el pueblo medieval de Arialla y más arriba la Pardina Trillo, no extraña demasiado encontrar los restos de un puente en este lugar.

La Poza de la Arredola.
En la orilla derecha del salto encontramos claramente la senda que sigue remontando el barranco, incluso encontraremos una marca del PR en una roca. A poca distancia un desprendimiento ha hecho desaparecer la senda por unos 50m. Podemos seguir trepando por donde iba, bajar al lecho del río y avanzar por el agua o introducirnos en el bosque en el otro lado. En breve veremos en la orilla izquierda una borda en ruinas. A esta altura ya se ha recuperado la trocha del PR en el lado opuesto y la podemos seguir de nuevo cómodamente.

El Barranco de la Banera. Justo en la cabecera del salto está el vado.
Para salvar el Barranco de la Banera, afluente del margen derecho, la senda hace una amplia lazada y salva este arroyo secundario por la cabecera de un bonito salto. Después la senda se arrima de nuevo al cauce del Barranco de la Arredola y no lo abandona hasta topar con el Camino de San Úrbez que se hace reconocer fácilmente por unos hitos grandes y visibles.
Giramos a la derecha y avanzamos por el Camino de San Úrbez en dirección sur. En seguida cruzamos una pista y empezamos a subir por una tímida senda que sigue siendo marcado por los hitos. Cuando llegamos a un suave collado el Caxico Arialla nos saluda con toda su majestuosidad.
El Paso de San Úrbez
El modesto collado ha adaptado el nombre por los peregrinos que cruzaban la loma por él. Como inmenso faro estaba y está el Caxico Arialla marcando el cruce de cuatro caminos. Por la loma discurrió la senda que llevó a Azpe viniendo desde el pueblo medieval de Arialla en la misma loma más abajo. Nosotros hemos llegado por la senda que viene de Secorún y la que tiene continuidad hacia Aineto bajando por el Barranco Lenar.
Pero nosotros nos concentramos en el idílico lugar con este árbol singular cuya sombra invita a sestear. Además podemos «visitar» a los montones de piedras los cuales son los restos del pueblo medieval Arialla. Los encontraremos en los campos más abajo en la misma loma.
Nota personal – Variante por la loma de Arialla
Durante mis paseos de investigación he descubierto una zona muy curiosa cerca del Salto del Barranco de la Aredola – curiosa de cara a la arquitectura popular. Para acoplar esta curiosidad a la ruta podríamos efectuar la marcha desde la Poza de la Aredola al Paso de San Úrbez por la misma loma divisoria de los dos barrancos (Arredola y Lenar).
Por desgracia, en gran parte de este recorrido no hay senda y la lucha contra la vegetación es constante, molesta y fatigosa. Por este motivo estoy mencionando esta vía como una variante opcional esperando que de este modo sólo llama la atención a los lectores más experimentados y aficionados a los secretos que se esconden en las antiguas construcciones de piedra.
Justo en la confluencia de los dos barrancos mencionados arranca una tímida senda, algo vestida pero bien visible. En los primeros metros gana altura y se adentra en el pinar que domina la loma divisoria. Escondido en el pinar se encuentran varias terrazas de piedra, restos de antiguos campos de cultivos los cuales la senda traspasa en linea recta. Pronto toparemos con los primeros pilones de piedra. Desde lejos parece que sean refugios pastorales, pero de cerca se ve que no son huecos (y nunca lo fueron). Más bien pienso que se trata de una manera de almacenar piedras. Este atesoramiento es interesante, ya que es algo que no se ve mucho hoy en día y lo convierte este simple pinar en un lugar cargado de historia y arquitectura popular señera.
Pero mi cabeza no para de dar vueltas por esta observación y me pregunto de donde venían estas piedras, lo que me lleva a una suposición descabellada:
¿Podría ser que en este bosque se hallan las piedras restantes del desaparecido Castillo de Secorún?
En la peña que domina dicho pueblo cercano se hallaba un castillo. Hay varios autores que confirman este hecho y, en particular, lo demuestra también el nombre de la peña: «El Castellar». (Más adelante lo vamos a ver durante la ruta de hoy.) Lo curioso de dicha peña es que no se encuentran ni una piedra que podría proceder de una antigua construcción. En otros lugares, como por ejemplo en Morcat o en la Peña Surta, se observan unos pocos restos.
En general no extraña que la gente del lugar usaron piedras de un castillo obsoleto para construir muros y casas, ya que estas piedras solían ser de buena talla. Quizás en el caso de Secorún esta reutilización de materia prima llegaba ser la base de un negocio pedrero y nosotros estamos traspasando el antiguo almacén.
Sea como sea, debemos seguir. Cuando coronamos una primera cima de la loma, desaparece el pinar y con él también el camino. Es allí donde empiezan las molestias y dificultades por la vegetación. El itinerario discurre siempre por la cresta. Nunca debemos alejarnos de ella. Después de salvar varias cima y collados, algunos repletos de maleza, topamos con los campos donde está el Caxico Arialla. Si no nos hemos alejado de la cresta, no hay pérdida.
Desde el Paso de San Úrbez bajamos de nuevo al Barranco de la Arredola y seguimos el Camino de San Úrbez en el otro sentido, en dirección noreste. Este camino y la pista que encontramos en el fondo del valle tienen el mismo objetivo: Secorún. Sólo que el camino nos llevará al pueblo mucho más directo. Pues, seguimos los pasos de los peregrinos, siempre atentos a los hitos.
Después de una subida más pronunciada por terreno muy seco podremos observar los primeros muros de apoyo y campos abandonados del pueblo. Teniendo las ruinas ya cerca llegaremos a un pequeño campo de forma triangular. Este campo es muy importante para la orientación en la ruta restante, ya que hay una bifurcación poco visible en él. A mano derecha sigue la trocha del mismo estilo (de tierra apretada en un lecho de hierba) hacia el pueblo de Secorún y a mano izquierda se mete un camino de hierba a dentro de la maleza alta. Mirando lo bien y considerando la anchura, se ve que se trata de una antigua pista forestal, invadido por la vegetación y intransitable. Si queremos explorar el pueblo, tenemos que volver después a este mismo campo para coger la pista. Merece la pena estudiar bien el croquis abajo:
Primero cogemos el camino a mano derecha que nos lleva en breve a una pista y a la entrada del pueblo.
Secorún
Como mencionado en la introducción, el pueblo está extremadamente derruido. Así que, lo más interesante (y quizás lo único factible) para visitar hoy en día es la iglesia. A la derecha de esta (mirándola desde la plaza) se encuentra el pozo. En la ladera que baja desde el Castellar se divisa alguna fachada que se mantiene en pie, pero ninguna casa sigue entera. Todas las calles y entradas están obstruidos por la hiedra y las zarzas, de hecho la hiedra sube por algunas fachadas (como la de la iglesia) a unas alturas considerables y puede servir para un motivo de foto excepcional.
Volvemos al campo triangular y seguimos por la pista intransitable que se fusiona más adelante con el antiguo camino a Aineto. Los primeros metros de dicha pista están muy vestidos y no vamos poder traspasar esta zona sin sufrir algún rasguño. Después de salir de las dos zonas de mucha vegetación el camino llega a un terreno más árido. Delante de nosotros vemos un muro medio derruido y un hito que indica que el camino sigue por debajo. Nos llevará de retorno hacia el Barranco de la Arredola cerca del coche.
Pero antes de ponernos en marcha y abandonar la zona de Secorún propongo explorar el Castellar y la Ermita de Santiago. Aunque no hay sendas que suben a estos objetivos, estamos ahora en un lugar donde no resulta difícil, ni molesto ascender hacia dicha cima. Además resultará cómodo avanzar y acercarse a la ermita por la cresta y bajar desde ella a la pista unos 500m más adelante.
Estamos delante del muro derruido, dejamos el camino a Aineto y empezamos a subir la ladera a mano derecha por donde menos molesta la vegetación, siempre aprovechando los pasos de ganado de una terraza a otra. Si hemos elegido bien el lugar por donde avanzar llegaremos al resalte cimero justo de bajo de un curioso desplome de bloques entre los cuales han echado raíces dos cerezos. Debajo de este último resalte rocoso discurre una senda muy tímida en horizontal. Giramos a la derecha y avanzamos por ella hacia el este sin más dificultades. Ya en el extremo oriental de la peña veremos una antigua escalera de piedras que supera dicho resalte y nos llevará a la cima del Castellar.
El Castellar
La cima nos propone buenas vistas al pueblo y hacia el sur, por donde hemos venido. Resulta sorprendentemente difícil localizar el Caxico Arialla y el Paso de San Úrbez, pero puedo asegurar que este modesto collado con su árbol está a la vista también.
En la plataforma cimera se ubicaba un castillo. Por desgracia no se encuentran ningunos restos, ni rastros de su ubicación exacta.
Para acercarnos a la Ermita de Santiago debemos seguir la cresta hacia el oeste. Cuando llegamos al collado entre esta y el Castellar podemos bajar por un paso obvio entre las rocas. Como la ermita ya está a la vista – aunque se camufla entre los arboles – no resulta costoso llegar hacia ella.
La Ermita de Santiago
Aunque no queda mucho del pequeño templo, esta vieja construcción en este entorno, tan esplendido y aislado, hace que nos sentiremos satisfechos por haber subido. Más detalles interesantes sobre la historia, la arquitectura y una leyenda se encuentran en la pagina «LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO» de Antonio García Omedes.
Para bajar de nuevo debemos situarnos en el sur de la ermita donde hay un paso obvio entre las rocas que salva los primeros metros pendientes. Después hay que seguir derecho hacia abajo evitando la vegetación densa – justo como en la subida al Castellar. Cuando llegamos a terreno suave y plano topamos inevitablemente con el camino a Aineto. Este sendero salta a la vista en esta zona, ya que se mantiene uno de los muros laterales de pie.
Seguimos por el camino a Aineto en dirección oeste. De este modo empezamos una larga travesía en horizontal por terreno seco. Debemos prestar mucha atención para no perder la trocha, ya que la presencia de los hitos disminuye. Mucho más adelante llegamos a la cabecera seca de un barranco. A mano izquierda hay un muro y unos hitos indican un brusco cambio de dirección: empezamos a descender. En seguida la senda (ya ha dejado ser pista antigua) cruza el cauce seco y se arrima a la orilla derecha. Constantemente acompañado por este pequeño afluente al Barranco de la Arredola bajamos directamente a la senda de acceso justo en el cruce mencionado al principio. De nuevo en terreno conocido el perro puede refrescarse y nosotros deberíamos disfrutar de un último descanso. Sólo resta volver por el curso del agua al coche.
Retorno:
Bajar por la senda de la orilla hacia el coche.