
El Sendero Quejigos.
Por culpa de la extraordinaria belleza de estos árboles descomunales se escapan a Robert otros detalles. Como la silueta del corte del Mascún que vemos aquí al fondo.
El Sendero Quejigos es un fabuloso recorrido que pasa por 24 ejemplarios centenarios de este tipo de árbol. Se trata de un recorrido fácil, recién abierto, que discurre por un pinar de repoblación paralelo a la pista que conecta Las Bellostas con San Hipólito. Es precioso y la perfecta alternativa a la «aburrida» marcha por la pista.
En nuestra excursión incrustamos dicho sendero en una vuelta por la Pardina Albás que también estar debajo del signo de los quejigos, ya que se hallan en los alrededores unos de los más viejos de toda la Sierra. La vuelta al coche realizamos por la orilla del Río Isuala, donde podemos visitar como última atracción del día el curioso molino de Las Bellostas.
Árboles descomunales, pueblos abandonados, pozas y un buen ejemplo de la arquitectura de agua son los objetivos principales de esta excursión. Preparamos la cámara, el almuerzo y la correa para el perro y intentamos a conectar con un mundo que cuenta varias historias de los últimos 1000 años.
Tiempo:
Desde el coche hasta el Sendero Quejigos: 40min.
El recorrido por el Sendero Quejigos: irrelevante.
Del Sendero Quejigos hasta la Pardina Albás: más que 30min. (depende del interés y hasta donde nos introducimos en los bosques)
De Albás a Montalbán: 30min.
De Montalbán hasta el coche por el río: irrelevante, por lo menos 1h
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Total: irrelevante, 4h, explorando profundamente se extiende a una jornada completa
Aparcamiento:
Desde Las Bellostas baja una pista al Río Isuala. Cerca del puente que cruza dicho río hay sitio para dejar el coche.
No es fácil encontrar la pista en el pueblo:
10m después del desvío de la carretera al pueblo tenemos que girar otra vez hacia la derecha y rodear el pueblo por debajo por una traza asfaltada que termina en una granja. Allí nace la pista justo antes del complejo de edificios a mano izquierda.
Acceso:
Seguimos andando por la pista hasta el inicio del Sendero Quejigos. Hay un cartel bien visible a mano derecha. En cuando pisamos el bosque, traspasamos a este mundo mágico y antiguo.
Estoy muy contento que el parque natural se ha decidido por abrir a un gran publico esta senda por dichos árboles que antes conocían sólo la gente del lugar y los cazadores. Desde la pista no se ven los quejigos y pensando en las múltiples veces que he pasado por la pista de acceso sin darme cuenta de ellos, me muestra otra vez que queda mucho que no conozco en esta zona y que nunca debo dejar de investigar…
El Sendero Quejigos:
El sendero se tuerce por el pinar de repoblación paralelo a la pista, la cruza y termina finalmente en ella cerca de San Hipólito y del cruce con la que baja desde la Pardina Albás.
Todo el recorrido está balizado y es apto para toda la familia. Es una gozada y nos sorprende cada 20m con una nueva sorpresa descomunal. Pasamos por veinticuatro árboles, entre todos ellos parece que el numero 24 es el más viejo, pero todos nos dejarán boquiabierta.
De nuevo en la pista nos tenemos que dirigir hacia el oeste. (En esta dirección la pista baja suavemente.) Pronto llegaremos al cruce donde tomamos la que sube a la derecha hacia la Pardina Albás (carteles). A pesar de estar en una pista forestal, la caminata en este tramo es agradable, ya que el pequeño Barranco de San Políz nos acompaña y a mitad del trayecto se encuentra una fuente. El bosque que traspasamos está todavía repleto de Quejigos de considerable tamaño y nos seguirán alegrando el día.
El Caxico de Fraixineto:
Entre todos estos árboles conozco sólo uno que tiene propio nombre. Supongo que haya más que tienen o tenían un apodo, ya que unos de los más viejos se encuentran muy cerca de la población y en campos que pertenecen a familias o casas. (Quizás en un futuro puedo nombrar algún ejemplario más.) El Quejigo de Fraixineto impresiona por su forma y el tamaño de su tronco. Según subimos le encontraremos a unos 5m de la pista a mano izquierda, ya muy cerca de los prados de Albás.
Cuando salimos del bosque a unos prados vemos a la Pardina Albás en una loma a la izquierda en lo alto. Tomamos después del primer campo una pista a mano izquierda y la dejamos en seguida para subir campo a través directamente hacia las ruinas. El camino es obvio, ya que tenemos las casas a la vista. Todos los campos de la zona están separados por viejos quejigos y dan mucho espacio para correr entre un entorno de cuentos. Pasear por esta pradera con nuestro perro es, sin duda, la mayor atracción de está excursión.

La Pardina Albás.
Los viejos robles dibujan las fronteras entre los campos. En este caso el tronco sale pegado a una roca que sustiene el campo superior.
La Pardina Albás
Como el pueblo está situado en un collado, se abren las vistas al Pirineo, en especial hacia la Cotiella. En combinación con las vistas al sur – la Sierra de Balcez, la silueta del Mascún o las Cumbres de Guara, y con la belleza del entorno cercano, se trata de una vista panorámica inmejorable y crea un ambiente fabuloso y ameno. Si no molesta el viento, es el sitio perfecto para un buen almuerzo. También debemos tomar suficiente tiempo para explorar los alrededores, las casas y el templo.
Para seguir nuestra ruta cogemos la pista que se encuentra en el otro lado de la aldea y la bajamos en dirección noreste. Nos lleva en media hora por una zona menos interesante a las ruinas de las Casas de Montalbán. En el cruce de pistas allí tomamos la que baja a mano derecha en dirección a El Pueyo de Morcat. Esta pista nos baja en breve al Río Isuala.
Podemos seguir por el lecho del río hasta llegar al coche. Esta opción incluye algún baño y paso a nado, que sea bien venido en verano. Si no nos queremos mojar de todo es suficiente cruzar el Isuala en el mismo vado de la pista o río abajo. Depende del caudal, pero si buscamos un buen sitio, nos mojaremos como máximo hasta el tobillo.
Por la otra orilla discurre una pequeña senda – no de todo limpio, pero fácil de seguir – que nos llevará al coche igual. Se trata de uno del acceso desde el norte al molino de Las Bellostas, que será el último objetivo de nuestra excursión hoy. Dado que dicha senda tenía mucha importancia en su tiempo y discurre por los restos de la acequia del molino, hoy en día todavía nos podemos aprovechar de esta trocha perdida sin complicaciones y casi siempre tenemos la posibilidad de bajar al agua para descansar en las orillas de una poza.
El Molino de Las Bellostas:
Se trata de una arquitectura extraordinaria en comparación a los de los pueblos vecinos y de hecho hay muchas curiosidades para explorar:
Los rastros de la antigua presa se encuentran bastante lejos, río arriba. Si hemos sido atentos, nos habremos fijado en una fila de agujeros tallados en la roca después de una poza donde el río describe un giro de 90º.
La acequia que habremos usado como camino desde allí.
El pozo, el edificio…
Otra vez tengo que advertir al lector del libro «La montaña olvidada» de Arturo González donde se encuentran muchas informaciones sobre el molino en las últimas paginas.
Retorno
Buscamos una pista en el sur del molino que nos llevará en menos que 3min al puente donde hemos aparcado el coche.